Este artículo constituye el ensayo presentado durante la conferencia titulada con el mismo nombre en el VII Seminario Interuniversitario Economía para la Política, realizado el jueves 2 de agosto de 2018 en la sede del Centro Universitario de Suroccidente (CUNSUROC).
Buenas noches, es un gusto compartir con ustedes hoy. Quiero agradecer la invitación a este Seminario Interuniversitario que organiza una vez más el Centro para el Análisis de las Decisiones Públicas (CADEP), en conjunto con varias universidades del sur del país. ¡Felicito el esfuerzo y animo su continuidad!
El tema que se me ha pedido compartir esta vez es ¿Hacia dónde va la educación [en Guatemala]? El Homeschooling. Lo haré con mucho gusto, no sin antes hacer un par de salvedades: 1) no soy un experto en educación, solamente alguien que ha decidido educar a sus hijos en casa, por ciertas razones que quisiera que conozcan y, 2) osaré en lanzar una propuesta de reformas que contempla una mejora sustancial a la educación.
¿Por qué hacemos homeschool o educamos en casa?
Cuando mi hijo mayor, Jose Daniel, cursaba la preparatoria, mi esposa y yo nos dimos a la tarea de buscar colegio. La mediana, Sofía, cursaba pre-kinder y la más pequeña estaba recién nacida. Visitamos alrededor de 13 colegios privados, la mayoría cercanos a casa. Mi esposa había trabajado antes en varios colegios, algunos muy prestigiosos, y yo ya tenía algún conocimiento sobre las debilidades del sistema educativo convencional, así que nuestro estándar de “buen colegio” era muy alto y realmente difícil de superar. Dos de aquellos colegios nos gustaron pero ambos eran muy caros y se localizaban muy lejos de casa, con lo cual sacrificaríamos a nuestros hijos.
Por aquellos años yo ya estaba muy cercano a los postulados del Liberalismo clásico, una doctrina política que supone tres principios de carácter “ético y económico para una sociedad de personas libres”: el gobierno limitado, los mercados libres y la propiedad privada. Aquella cercanía me permitió descubrir el Homeschooling o “Educación en casa”, mi primer encuentro fue en las páginas del libro Las Leyes Malas, del politólogo y abogado argentino Alberto Mansueti. En dicho libro leí por primera vez sobre educación clásica, el Trivium (donde se encuentran tres caminos) y sobre la Señorita Dorothy Sayers, quien en 1947 presentara en Oxford un breve ensayo que tituló “Las herramientas perdidas del aprendizaje”.
Después de mucha lectura advertimos muchas razones para educar a nuestros hijos en casa. Hoy, con el ánimo de motivar la reflexión, las planteo a manera de pregunta:
1. ¿Quién debería controlar la educación: los padres o el Estado? La educación no es responsabilidad del Estado ni un ámbito propio de la esfera pública; es responsabilidad de la familia, de los padres, y propio de la esfera privada de las personas. La intromisión del Estado en este ámbito obedece a un cáncer llamado Estatismo.
El Estatismo es el sistema de gobierno y economía que usurpa funciones, poderes y recursos que le corresponden a los ciudadanos y sus familias. Es el sistema de gobierno ilimitado en sus funciones y que, dependiendo del grado de intromisión, puede tomar la forma de socialismo (duro o blando), mercantilismo o neoliberalismo; todos sistemas de gobierno que, en mayor o menor medida, siempre usurpan funciones de la esfera privada de las personas, las cuales no le corresponden y, por tanto, hace tarde, mal y nunca las funciones de la esfera pública, las que por naturaleza le corresponden: seguridad, justicia y obras públicas. Pero ¿cuándo ese cáncer logró apropiarse de su víctima?
Desde tiempos muy remotos. Les invito a leer la Palabra en I Samuel, 8. Más recientemente, el profesor Alberto Mansueti en su libro Las Leyes Malas nos refiere que “desde su invención en el s. XIII la vida intelectual discurrió en las Universidades. Pero hasta los años 1700 las aulas universitarias fueron relativamente autónomas. Vivían de lo que producían, y aprovechaban muy bien el equilibrio de poderes entre Papas y Emperadores, Reyes y órdenes religiosas, caballeros y gremios, señores feudales y ciudades libres. Pero desde el s. XVIII, con el despotismo y el nacionalismo, se hicieron dependientes del Estado, y cayeron bajo su control. El despotismo siempre es “ilustrado”: quiere tener la razón a toda costa, sobre todo cuando no la tiene. Y el despotismo de las masas no es diferente”.
Ya en el siglo XIX la usurpación de la esfera educativa, privada por naturaleza –y aquí otra cuña bíblica: Deuteronomio 6, 4-7– se radicaliza con los 10 Puntos del Manifiesto Comunista de Marx (1848), específicamente con el décimo punto: “educación pública y gratuita”. Desde entonces los ministerios de Educación, sus decenas de direcciones y dependencias, planes de estudio, sindicatos y malas escuelas públicas, institutos, centros de enseñanza media y universidades estatales. Desde entonces la usurpación abarca cada vez etapas más tempranas, hasta la educación universitaria y posgrados. La educación tanto pública (sobre regulada) como privada (menos regulada, pero siempre regulada), desde entonces, adolece de estas cuatro características: es coercitiva, uniforme, rígida y adoctrinadora.
No hay libertad, ni variedad ni flexibilidad. Se exige al chico aprender lo que él no quiere, cuando él no quiere y a un ritmo que generalmente no necesita. Los métodos “uniformizan”, como si todos aprendieran de la misma forma y solo pudieran hacerlo entre sus pares (misma edad); todos son cortados con la misma tijera y evaluados bajo igual parámetro. La verdad y el pensamiento crítico importan poco; se les obliga a memorizar información, mucha de la cual es falsa, inútil y en el mejor de los casos, desactualizada. Se les enseña a repetir dogmas de la “política correcta” en todas sus vertientes: ecologismo del irracional, feminismo, indigenismo multicultural, socialismo y una visión de la historia impregnada de exageraciones y mentiras. En fin, tanto en métodos, contenidos y formas de evaluación, a los chicos y a los jóvenes no se les enseña, se les adoctrina.
El sistema educativo estatista es un verdadero Apartheid. Como en Sudáfrica durante la segunda mitad del s. XX, cuando la “separación o segregación” de blancos y negros. Hoy, en nuestra Guatemala y América Latina, hay una separación: educación pública para los pobres, supuestamente “gratuita” pero nefasta, y una educación privada, poco menos regulada y menos mala, pero inaccesible en precios para la mayoría.
2. ¿Son mejores los colegios privados? Los trece colegios que nosotros visitamos eran privados. Advertimos que hay dos tipos de educación: la sobre-regulada y la menos regulada. La sobre-regulada es la educación pública; en ella se cumplen al 100% las características antes mencionadas. En la educación menos regulada, es decir, la educación privada, algunos colegios hacen un esfuerzo por romper la estructura, pero les es difícil. Sencillamente deben cumplir con “la ley”.
Harvey y Laurie Bluedorn son un matrimonio de Illinois, Estados Unidos, que educó a sus cinco hijos en casa. Después de una larga y enriquecedora experiencia han escrito varios libros. En uno de ellos, “Como enseñar el Trivium”, enuncian 10 problemas con los “salones de clase”:
1) Crean vínculos que fácilmente pueden cruzar y oponerse a los vínculos propios de autoridad y afecto.
2) Crean una atmósfera de falsa rivalidad en vez de buenos desafíos.
3) Crean un intercambio cultural fuera del control de los padres, estableciendo valores que podrían entrar en conflicto con los de los padres.
4) Son inferiores académicamente, simplemente por enseñar material idéntico a múltiples niños de diferentes niveles de aprendizaje.
5) La segregación por edades en los salones de clase promueve la agrupación de compañeros como la apropiada de dividir a la sociedad.
6) La mezcla de géneros en los salones de clase puede crear situaciones que son inapropiadas.
7) El tiempo en la escuela lejos de casa, otros programas extra curriculares lejos de casa y las tareas que traen de la escuela demandan tiempo lejos de la familia.
8) Hay un contraste entre el modelo tutor-discípulo y el modelo profesor-salón de clases.
9) Cuando el aprendizaje es artificial, separado de la vida real, muchas cosas quedan sin aprenderse, creando un vacío de las cosas que necesitan ser aprendidas por el ejemplo diario.
10) Una conclusión: el efecto de largo plazo del salón de clases en las escuelas es tomar al niño de sus padres y dárselo al maestro, a los compañeros y a una cultura de familia neutral.
3. ¿Qué ventajas tiene la educación en casa o Homeschooling? Muchas. Los Bluedorn acortan la lista en otro libro, “Las 7 verdades innegables de la educación en casa”:
1) No es una alternativa. Estuvo aquí primero y ha estado por más tiempo.
2) Todo padre educa en casa, pero algunos padres educan en casa más que otros.
3) Los padres son responsables directamente con Dios por la educación de sus hijos.
4) La educación en casa produce los mejores académicos.
5) La educación en casa produce la mejor socialización.
6) La educación en casa produce los mejores valores.
7) La educación en casa es lo mejor para los padres, tanto como para los hijos.
¿Cómo hacemos homeschool?
En 2014 mis hijos dejaron de asistir a colegios privados. La más pequeña, María Andrea, nunca conoció uno siquiera. Hemos experimentado durante 5 años; iniciamos con el método Charlotte Mason, luego incorporamos elementos Montessori. Hoy hemos migrado hacia un Unschooling guiado, sobre la base del Trivium, un método que no enseña precisamente asignaturas o materias, sino procesos de pensamiento: gramática (lenguaje y memorización), lógica (argumentación) y retórica (expresión y comunicación). Nos concentramos en tres grandes asignaturas: la lecto-escritura, el inglés y las matemáticas. Nos guiamos por el interés de los chicos y les facilitamos un ambiente estimulante para el aprendizaje: muchos y buenos libros, espacios de socialización, STEAM projects (Science, technology, engineering, arts & mathematics), música, deportes y robótica. En fin, el nuestro es un método ecléctico, muy a nuestro estilo.
Hacer homeschool no es fácil, pero nosotros cada día nos convencemos más de la buena decisión. Vemos el bien que hemos hecho a nuestros hijos, principalmente porque los disfrutamos. Compartimos con ellos, los vemos crecer en conocimiento, entendimiento y sabiduría. Solemos decir que más que una experiencia educativa es una experiencia de vida en familia. Solemos decir también que, más importante que el “cómo” es el “por qué”; y por ello es importante advertir que la educación es parte de la esfera privada de las personas, que corresponde a los padres y familias. Y eventualmente también al mercado, en competencia y sin privilegios.
¿Hacia dónde va la educación?
A ningún lado bueno, mientras sigamos pensando que la educación es un ámbito que debe suplir el Estado. Mientras sigamos pensando bajo aquella premisa de “no hay que dar pescado, sino enseñar a pescar” empeorará, y en el mejor de los casos se mantendrá en un nivel deplorable. Ciertamente no hay que dar pescado, pero tampoco hay que “enseñar” a pescar…¡hay que dejar pescar! Ello implica cambiar el Sistema, quitarle al Estado esa función y devolverla a la esfera privada, donde corresponde. El sistema que supone este orden social se llama Liberalismo clásico. Este sistema de gobierno y economía defiende los principios de gobierno limitado a sus funciones propias, de mercados libres, sin coerción ni privilegios y de irrestricto respeto a la propiedad privada. ¡Estas son las bases éticas y económicas de una sociedad de personas libres!
Pero no puede cambiarse para bien el sistema educativo de forma aislada. Se deben aplicar reformas radicales, completas y coherentes; la primera en el orden político, una segunda en la economía y las finanzas y tres en el orden social: educación, salud y jubilaciones y pensiones. Estas Cinco Reformas son inseparables y deben ser aplicadas en simultáneo, mediante la acción política inteligente, con partidos políticos honestos, de signo liberal clásico, pro-Capitalismo para todos.
Limitar las atribuciones (funciones), poderes (libertades) y recursos (dinero) del gobierno a lo que por naturaleza le corresponde: seguridad primero, justicia de verdad y obras públicas de calidad; privatizar para la gente y desregular el mercado, con dinero sano y banca sólida, y para la transición, otorgar en propiedad privada las escuelas, hospitales y centros de atención del seguro social a sus actuales operadores, es decir, hacerlos dueños, para que compitan, sirvan mejor y ganen bien, mientras a los más pobres, y sólo mientras lo sean, se les otorga tres series de bonos o vouchers, uno para educación, otro para atención médica y otro para jubilaciones y pensiones, es La Salida que yo observo como única, urgente y necesaria.
¡El capitalismo liberal es el único sistema que separa la esfera pública de la esfera privada. Ese es el sistema que puede llevarnos en la dirección contraria a la de ahora; el único sistema que permitiría educar en libertad, con amor y con el ejemplo a nuestros hijos!
Muchas gracias.
Fuentes de consulta, recomendaciones para leer y sitios de interés:
1. Las herramientas perdidas del aprendizaje, 1947. Dorothy Sayers (Inglaterra).
2. Las leyes malas, 2009. Alberto Mansueti (Argentina)
3. Educación, adoctrinamiento y embrutecimiento, por Alberto Mansueti (Argentina).
4. ¿Cómo enseñar el Trivium? Educación cristiana en casa en un estilo clásico, 2001. Harvey y Laurie Bluedorn (Estados Unidos).
5. Educación pública: privatícenla, 2006. Milton Friedman (Estados Unidos).
6. El fin de la educación pública, 2012. Santos Mercado (México).
7. Sin escuela, 2017. Laura Mascaró (España).
8. Ron Paul Curriculum, Ron Paul (Estados Unidos)
9. Thomas Edison, un homeschooler (video)
10. Homeschooling San Cristóbal – Familia Chapas Wittig.
Por Jorge David Chapas | Agosto 8, 2018
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